LITERATURA / Aldous Huxley

ALDOUS HUXLEY
Un mundo feliz


Publicada por primera vez en 1932, "Un Mundo Feliz" -la novela más popular del británico Aldous Huxley- es una distopía que describe un mundo en el que se impone la tecnología reproductiva, los cultivos humanos, o el manejo de las emociones por medio de una droga llamada soma. Todo ello, combinado, cambia por completo la sociedad tal cual la entendemos. Libro imprescindible. 

- Consideren sus propios gustos -dijo Mustafá Mond-. ¿Ha encontrado jamás alguno de ustedes un obstáculo insalvable?
La pregunta fue contestada con un silencio negativo. 
- ¿Alguno de ustedes se ha vista jamás obligado a esperar largo tiempo entre la conciencia de un deseo y su satisfacción?

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"Cien repeticiones tres noches por semana, durante cuatro años -pensó Bernard Marx, que era especialista en hipnopedia-. Sesenta y dos mil cuatrocientas repeticiones crean una verdad. ¡Idiotas!"
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- En la actualidad el progreso es tal que los ancianos trabajan, los ancianos cooperan, los ancianos no tienen tiempo ni ocios que no puedan llenar con el placer, ni un solo momento para sentarse y pensar; y si por desgracia se abriera alguna rendija de tiempo en la sólida sustancia de sus distracciones, siempre queda el soma, el delicioso soma, medio gramo para una tarde de asueto, un gramo para un fin de semana, dos gramos para un viaje al bello Oriente, tres para una oscura eternidad en la luna; y vuelven cuando se sienten ya al otro lado de la grieta, a salvo en la tierra firme del trabajo y la distracción cotidiana, pasando de sensorama a sensorama, de muchacha a muchacha neumática...
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- Bernard empezó a soltar una serie de tonterías incomprensibles y peligrosas. Lenina hizo todo lo posible por cerrar los oídos de su mente: pero de vez en cuando una que otra frase se empeñaba en hacerse oír: "... probar el efecto que produce detener los propios impulsos", le oyó decir. Fue como si aquellas palabras tocaran un resorte de su mente. 
- "No dejes para mañana la diversión que puedes tener hoy" -dijo Lenina gravemente. 
- Doscientas repeticiones, dos veces por semana, desde los catorce años hasta los dieciséis y medio -se limitó a comentar Bernard. Su alocada charla prosiguió-. Quiero saber lo que es la pasión -oyó Lenina, de sus labios-. Quiero sentir algo con fuerza. 
- "Cuando el individuo siente, la comunidad se resiente" -citó Lenina.
- Bueno, ¿y por qué no he de poder resentirme un poco?
- ¡Bernard!
Pero Bernard no parecía avergonzado. 
- Adultos intelectualmente y durante las horas de trabajo -prosiguió- y niños en lo que se refiere a los sentimientos y los deseos. 

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El salvaje movió la cabeza.
- A mí todo esto me parece horrendo. 
- Claro que lo es. La felicidad real siempre aparece escuálida por comparación con las compensaciones que ofrece la desdicha. Y, naturalmente, la estabilidad no es, ni con mucho, tan espectacular como la inestabilidad. Y estar satisfecho de todo no posee el hechizo de una buena lucha contra la desventura, ni el pintoresquismo del combate contra la tentación o contra una pasión fatal o una duda. La felicidad nunca tiene grandeza. 

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El salvaje suspiró profundamente.
- La población óptima -dijo Mustafá Mond- es la que se parece a los icebergs: ocho novenas partes por debajo de la línea de flotación, y una novena parte por encima. 
- ¿Y son felices los que se encuentran por debajo de la línea de flotación?
- Más felices que los que se encuentran por encima de ella. (...)
- ¿A pesar de su horrible trabajo?

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