CRÓNICA DEWOLFF

DEWOLFF
Sala Club Niemeyer (Avilés)
14 de febrero de 2014

Una de las bandas de hardrock más prometedoras de Europa se presentaba por primera vez en España, y no de puntillas precisamente. Los holandeses DeWolff van a dar 11 conciertos incendiarios en 11 noches consecutivas por nuestro país. Su parada en Avilés era la segunda.  


El fuerte temporal había amainado por fin, y la noche pintaba excelente con la visita de los holandeses DeWolff, una de las formaciones de hardrock más prometedoras de Europa, actualmente de gira por España. El de anoche era su segundo bolo en nuestro país, el segundo de los 11 consecutivos sin descanso que darán por la península.


No estamos acostumbrados en la Sala Club de Avilés a los retrasos, pero el trío formado por Robin Piso (órgano), Pablo Van De Piel (guitarra) y su hermano Luka Van De Piel (batería) salió al escenario media hora después de lo previsto. Eso sí, con unas indumentarias de otra época con las que se les perdonaba todo.
Vestidos pues para la ocasión, tomaron posiciones y arrancaron con uno de sus artefactos sonoros más ardientes, ese trallazo monumental titulado “Don´t You Go Up The Sky”. Por delante, y con el público caliente ya desde el primer invite, casi dos horas de rock con aromas setenteros, con influencias del hardrock, del blues o del rock psicodélico de la época, y con el agradable aroma de fondo de bandas como Deep Purple, Led Zeppelin, The Doors, The Black Crowes, T-Rex o Pink Floyd entre otros. Tiempo de sobra para darle un repaso a lo más granado de su joven pero intensa trayectoria: 3 discos y un EP en su haber desde su debut homónimo en 2008.


Dicen ellos mismos de sus shows en vivo que son “intensos y sudorosos, con mucha improvisación,  como crema con esteroides” (¿?) Hubo momentos intensos de psicodelia profunda, donde el trío se iba sumergiendo poco a poco hacia las profundidades, llevándonos con ellos en una especie de trance, para sacarnos a la superficie con un crescendo atronador, como en la hipnótica “Vicious Times” o en esa barbaridad llamada “Silver Lovemachine”, composición que me recordó un montón la ocasión en que la pude disfrutar de Black Mountain en directo (tienen mucho de ellos, aunque no se citen como una de sus influencias); de blues-rock ácido y lisérgico (la solicitada “The Pistol” o “Crumbling Heart”, un cruce entre The Black Keys y Joe Bonamassa); de blues más tradicional (“Medicine”); o de puro rock and roll (como la elegida para el bis final “Gold & Seaweed”). Da vértigo imaginarse donde está su techo. Salvajes. 

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