CRÓNICA CONCIERTOS / J.P.Harris & The Tough Choices

J.P.HARRIS & THE TOUGH CHOICES
Sala Acapulco (Gijón)
Domingo 26 de abril 2015

En su primera gira europea, J.P.Harris y sus secuaces consiguieron arrastrar muchos más fieles de los esperados. Barcelona, Valencia, Madrid, Lierganes y Gijón fueron las ciudades afortunadas que disfrutaron de su inolvidable directo. 

TEXTO y FOTOS: Jonathan Pérez del Río



Quizás fue porque era una noche de domingo, o bien porque a veces el cuerpo tiene este tipo de antojos, pero lo cierto es que el que esto escribe tenía especiales ganas de disfrutar de un concierto de música country. Y como yo, un buen puñado de fieles que se acercaron a la Sala Acapulco para el último show en la gira española de J.P.Harris & The Tough Choices

En el público comenzaba el desfile: camisas a cuadros, gorras de rejilla, cazadoras vaqueras aderezadas con parches de Reverendo Horton Head o Johnny Cash. Todo estaba en su punto para recibir a Harris (nacido en Alabama, residente en Nashville y criado en la carretera) y su banda (4 músicos aparentemente sacados de 4 castings diferentes). Pero es ponerse a funcionar y que surja la química, la magia, y empiezan a elaboraban preciosas tonadillas de honkytonk y country & western.


Para abrir, una versión: el “California Turnarounds” de Jack Greene que sonó a gloria, como el resto del concierto. No sería la única cover, pues en el setlist se escondían clásicos de Jerry Reed, Del Reeves, Red Simpson, Faron Young, George Jones o Charley Pride.

Con su barba de leñador y su cuerpo plagado de tatuajes, Harris aparenta ser un tipo peligroso, pero es su mirada la que delata su carácter bonachón. A menudo presenta alguna que otra canción para que los músicos puedan tomarse un merecido respiro. Lo hizo en su lengua materna claro está, pues él mismo reconoció que de español anda bastante limitado. Así explicó que, para premiar la fidelidad del público que acude a verle cada noche, toca algún que otro tema que no está grabado y que es imposible de escuchar en otro lugar. Touché.


La banda suena fenomenal. Limpia y cristalina, a pesar del polvo que emite esas canciones que parecen haber estado guardas en un cajón durante décadas. Canciones de llaneros solitarios, de outsiders, de corazones rotos, de nómadas en busca de su camino. El llanto del pedal-steel (vía para imaginarnos que estamos viajando por el lejano oeste) y la afilada guitarra eléctrica se contrastan y se complementan dándole un cariz maravilloso al sonido.


Harris nos contó la historia de una chica muy mona que conoció en Barcelona y que se llamaba María, y que por ello, el resto de la gira, la canción que lleva su nombre tenía esta dedicación especial. También nos contó que, dos noches antes, en Madrid, hizo subir a una chica para que le ayudará con los coros en “After The Fire”. Esa chica se llamaba Emma, y repitió experiencia en este concierto de Gijón. Pedazo de detalle imposible de ignorar, pues por su escasez son de agradecer. Situaciones que son fruto de la cercanía que se da en este tipo de conciertos. Emma (que lo hizo fenomenal y no se amilanó en absoluto) disfrutó del resto del concierto visiblemente emocionada. No era para menos. Tiene una increíble historia que contar.

Y así, se sucedían sin descanso las 25 canciones que se destriparon a lo largo de las 2 horas de show. Tiempo de sobra para tocar canciones de su primer largo “I´ll Keep Calling”, y de su último trabajo, “Home Is Where  The Hurt Is”, con especial mención para la que da título al mismo, una preciosa pieza capaz arañarnos el alma. Personalmente viví el momento sabedor de que me quedaría guardado en la memoria.


Arrancó los bises con ritmo, gracias a “Give A Little Lovin”, a la que le siguió el clásico popularizado por Dave Dudley “6 Days On The Road”. Todo parecía indicar que el concierto se había acabado pues los músicos se volvieron a resguardar en el camerino. La gente empezaba a recoger sus pertenencias pero los amplis seguían encendidos. Y de repente, una mano detrás de la cortina empezaba a pedirle al público que jalease, que los músicos aún tenían ganas de más. Estaba visto que J.P.Harris y sus secuaces no tenían ganas de marcharse de nuestro país, deshaciéndose en elogios hacia nuestra buena gente y la comida.


J.P.Harris y sus músicos se despidieron para la foto con la humildad que les caracteriza, y con la sensación de que tanto ellos, como los allí presentes, vieron superadas todas las expectativas. 


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