CRÓNICA CONCIERTOS / Estirpe
ESTIRPE
La Calleja (Oviedo)
Sábado 28 de febrero 2016
Son Estirpe una banda que vive en un constante
proceso de renovación. Unas veces por los cambios de formación, otras por su
afán de reinventarse en cada uno de sus trabajos. En los últimos tiempos el
proceso es más bien de rejuvenecimiento, gracias a las incorporaciones de Paco
Records Jr al bajo y de Miguel Fuentes a la batería. El primero ha tomado la
estela del fugaz paso por la banda del genial Pepe Bao, y en vez de amilanarse ante
la sombra alargada de uno de los mejores bajistas del país, Paco, descarado
como pocos, se mueve con frescura y le da ese aire funky tan necesario en un
grupo como Estirpe. Como necesarias son también la solvencia y la versatilidad
que hay que demostrar a la hora de acometer un repertorio tan exigente como
variado, y a Miguel no le tiembla el pulso en la batería, dando una exhibición
de nervio y pegada.
“El llevar 20 años en un
grupo da para muchas cosas. Hemos tocado en auditorios y recintos grandes donde
en realidad no ves a la gente. Pero tocar en sitios como este, donde os puedo
ver las caras, tan cerquita, eso es mágico”. Cuando Mart habla como solo él sabe hacerlo, el
silencio, el respeto, es total.
Estirpe siempre fueron unos valientes
(incomprendidos para la mayoría) que siempre siguieron sus propios impulsos
naturales con una sinceridad absoluta, ajenos a cualquier moda o tendencia. No
son discursos al uso. “Los festivales
están bien sí, pero pasan de moda, pero esto, este tipo de sitios, como La
Calleja, son los que mantienen la música a flote”. Y en La Calleja los
cordobeses lo dieron todo, como si del último concierto de sus vidas se
tratase. Dos horas y media de duración con tantísimas cosas y anécdotas que
contarlas daría para una crónica de 20 páginas. Relájese, querido lector, pues
le ahorraré el sufrimiento. Principalmente porque los conciertos de Estirpe son
para vivirlos (y perdónenme la redundancia) en vivo.
La pasión que transmiten Mart y Loren (juntos en
esta aventura desde hace 2 décadas) contagia a cualquiera, sea fan o no, y los
arrastra en ese torbellino que supone su directo, potente, impredecible, sudoroso.
Una descarga atronadora (sonido impecable por cierto) que te zarandea como si
fueses una hoja en sufriendo el viento otoñal.
La comunión con el público es total, y la
electricidad se palpa en el ambiente. Desde la apertura con “En Tus Ojos”
(sencillo de su último largo, “Neurasia”) hasta el cierre con “Hazme Creer”, fluyen
el metal, el funky, el reggae (preciosa “Un Esfuerzo Más”), el hardrock
tradicional (versión del “Rock And Roll” de Led Zeppelin incluida) o los
sonidos latinos (me imagino cómo debe de prestar verles con la sección de
vientos que llevaron en algunos de sus shows). Hubo tiempo para los hits
infalibles (“Vértigo”, “América”, “Te Seguiré”….), para momentos tiernos y
elegantes (“El Último Pétalo”) e incluso para invitar a alguien a subir al
escenario a improvisar en medio de “El Color De Mi Voz”, el penúltimo pildorazo
de una velada fantástica, para ellos, y para nosotros, afortunados, que podemos
compartirla con ellos. Que no haya que esperar tanto tiempo para repetirla.
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