BASADO EN HECHOS REALES / Historias A Pie De Playa

Basado en hechos reales. O no. Porque muchas veces la imaginación hace el resto y probamos con una realidad paralela, por el "y que pasaría si...". Situaciones cotidianas que se cruzan con la ficción. 


HISTORIAS A PIE DE PLAYA

Perezoso, el sol empieza a esconderse detrás de una silueta extraña y característica: el monte Igeldo.
Decidido a despedirse de él, apurando los últimos rayos de sol, y con los ojos castigados por el poderío de Lorenzo, un chico (bien podría llamarse Gorka o Joseba) contempla la estampa desde un escenario majestuoso: la playa de Ondarreta.
El aroma de una primavera recién estrenada se respira en el ambiente. Son las 7 de la tarde y la playa está en plena ebullición. Gorka (o Joseba) no pierde detalle y escudriña todo con su ojo de halcón activado.

Un perro (labrador o golden, nunca fui quien para distinguirlos), se pavonea juguetón y activo por la arena, con sus ojos (brillantes de felicidad) clavados en su amo, y a su vez en el palo que este sostiene, agitándolo con frenesí, aumentando las emociones del can, en pleno gozo, expectante a una señal, a la figura de un palo sobrevolando la arena a gran velocidad, ansioso por salir veloz a su caza en el momento preciso.

En el agua, un hombre con su madurez a cuesta se adentra poco a poco en el mar, desafiando el frío, armado de valor, dispuesto a estrenar su temporal de bañista en marzo, y poder así alargarlo hasta septiembre si es preciso.

A su espalda, una pareja feliz en pleno amor adolescente, susurrándose topicazos al oído, prometiéndose amor eterno, ajenos a todos los problemas de la vida cotidiana, envueltos en una procesión (la suya propia) donde ellos son la única materia del universo.

A escasos metros, un matrimonio con 25 años de experiencia les observa con nostalgia, recordando en silencio cuando ellos eran igual de jóvenes, igual de inocentes, y aún no conocían las vueltas que da la vida. Sentados en la arena sin perder de vista a lo más valioso y preciado que tienen en su vida, el motivo por el que fueron unidos en su día, la razón por la que vinieron al mundo: sus dos hijos, que se entretienen enfrascados en una pelea no-violenta, alimentando así sus lazos de sangre.

Y ahí está Gorka (o Joseba) deseando conocer a todas esas personas, compartir sus historias, sentirse vivo gracias a ellos. Y a su vez, pensando en cuanta belleza hay en el mundo, y que para acceder a ella basta con detenerse y observar el ir y venir del universo, compartiendo (desde la distancia) la rutina de otros.

Hermosa estampa. Aunque cuanto más hermosa sería si pudiera verla con alguien a su lado. Tendrá que conformarse con Lucina Williams cantándole al oído. 



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